Costa Amalfitana 3: Paestum y Capri

Sábado, 31 de Enero de 2009

Satisfaciendo una bendita curiosidad de Yolanda por las ruinas del mundo antiguo, el sábado nos desplazamos por autopista hasta Paestum, a unos 80 km hacia el sur. Es un lugar arqueológico impresionante ya que cuenta con las que dicen ser las ruinas griegas mejor conservadas de toda Europa (y eso incluye la Acrópolis de Atenas). A mí me causó un profundo asombro, ya que no imaginaba que un lugar tan poco conocido como Paestum (yo no lo había oído nombrar en mi vida) fuera tan espectacular. Sobre todo el conjunto destacan tres grandiosos templos que emergen de un terreno completamente tapizado de césped. No había visto unos templos tan bien conservados y con unas columnas tan enormes en mi vida.
Si comenzamos por la zona que queda más cercana a la entrada, nos encontramos con el fabuloso templo de Hera, que a pesar de ser el más pequeño de los tres ya te impresiona.  Es un buen lugar para comenzar, ya que se irá aumentando la espectacularidad de manera escalonada durante la visita. Después de estar un buen rato rodeando el templo, recorres un gran trecho de ruinas y pequeños muretes donde estaban las diferentes casas. Estas ruinas se asemejan en este sentido a las que puedes ver en Empuries, por ejemplo, pero si sigues avanzando hacia el sur te acabas encontrando de bruces con el gran templo dedicado a Poseidón. Quizá su vecino, el templo de Atenea sea más grande y estilizado, pero el de Poseidón tiene unas gigantescas columnas de unos 5 metros de diámetro en su base que lo hacen sublime de verdad. Cuesta expresar con palabras su magnitud, y ni las fotos hacen gala de lo que realmente son estos templos. El conjunto de los templos de Poseidón y Atenea es una de esos lugares que se quedarám permanentemente en nuestra memoria viajera, al igual que las calles de Pompeya y el tetris de casas positanas.
Como colofón del viaje decidimos visitar la famosa isla de Capri. Llegamos al mediodía al puerto de Sorrento, desde donde zarpan los barcos que tras 20 minutos de navegación te trasladan hasta la vecina isla. En invierno, los horarios de estos ferrys son muy limitados, por lo que tuvimos de descartar la idea de comer en Capri, y lo hicimos en un restaurante del puerto mientras esperábamos la salida del barco. Durante la travesía es posible contemplar toda la bahía de Nápoles, con el volcán Vesubio siempre presente. Una vez en Marina Grande, pequeña locacidad con un puerto inusualmente grande para una isla tan pequeña, nos dispusimos a acercarnos hasta el pueblo de Capri propiamente dicho. La visita a la isla solamente podrá ser de algo menos de hora y media, ya que el último ferry sale cerca de las 8 de la tarde, lo que echaba por tierra nuestra idea de una romántica cena en la isla.  Para desplazarse por la isla existen unos pequeños microbuses que conectan las diferentes localidades y que ayudan a salvar las enormes pendientes que tienen los caminos de la isla.
De Capri hemos de destacar su plaza principal, la Piazza di Umberto I, que permanece anclada en los años 50. Pequeña, coqueta y llena de vida, aún en invierno, está adornada por una pequeña iglesia y un elegante campanario.Tras un capuccino en la terraza de uno de los cafés de la plaza, nos dispusimos a explorar la isla, verdadero laberinto de callejuelas repletas de boutiques de marcas, caras joyerías y todo tipo de tiendas de alto standing. Hay que destacar que todas esas tiendas, o al menos un 90% de ellas estaban cerradas cuando fuimos en enero, por lo que intuyo que el máximo apogeo de todo el negocio debe de aparecer durante los meses de verano. Después del paseo por las calles desiertas, acabas apareciendo nuevamente en la plaza, que sigue llena de vida y de gente, mucha de ella ya camino de la parada de autobús para coger (como nosotros) el último ferry de retorno a Sorrento.
En Sorrento paseamos por alguna de sus calles más comerciales y acabamos cenando en un Ristorante que presentaba en su interior una enorme galería llena de plantas y árboles. Cenamos pasta (por supuesto) y retornamos a nuestros aposentos del Gran Hotel la Medusa para pasar nuestra última noche en tierras napolitanas.