ISLANDIA (1): DE VUELOS, COCHES Y CAPITALES PEQUEÑAS


25/7/09. Día 1: BARCELONA-ALICANTE-KEFLAVIK-REYKJAVÍK
Iniciar un viaje largamente deseado siempre es emocionante. La preparación, las grandes expectativas, las largas tardes planificando… Sabes que al final tendrás la recompensa esperada, y esa recompensa comienza ahora, momentos antes de partir. Es el inicio de la aventura, el inicio de nuevas vivencias que seguro recordaré toda la vida. Lo que tenga que suceder, está a punto de hacerlo. Como decía Eduard Punset, no es parte de la felicidad la búsqueda de la misma?
La emoción de la noche anterior al viaje no te deja dormir lo deseable, pero también influyó el hecho de tener que viajar casi de madrugada hasta Alicante para  tomar nuestro vuelo a Islandia. Iceland Express tiene vuelos directos a Keflavik desde Barcelona, pero bastantes menos que desde Alicante (debe de existir una buena colonia islandesa buscando el calor de Benidorm). Creo recordar que los vuelos desde Barcelona solamente salen los sábados, y que además la llegada es a horas intempestivas por la noche, y por lo tanto pierdes un día. Desde Alicante llegas a media tarde, lo que te permite instalarte y estar ya preparado para la aventura a primera hora de la mañana del día siguiente. 
Así que lo más aconsejable fue volar a Keflavik vía Alicante. Nos embarcamos hacia allí en el Airbus 320 de Vueling que salía por la mañana… muy de mañana, a eso de las 7 y media. Del vuelo ni me acuerdo, porque nos quedamos dormimos casi antes del despegue. En una hora escasa llegamos al aeropuerto, donde nos esperaban casi 4 horas de escala hasta que saliera el vuelo que finalmente nos llevaría hasta la remota isla. Así que aprovechamos para leer, escuchar música o editar fotos. En la web de Iceland Express indica que los mostradores de facturación abren dos horas antes de la salida del vuelo, y por lo tanto, hacia allí a la hora exacta. Existían tres mostradores para realizar la facturación, y cuando llegamos los tres tenían una cola considerable… y además ya habían comenzado a facturar...  ¿De dónde había salido tanta gente? ¿Qué hacían ya en la cola? ¿No se comenzaba a facturar dos horas antes del vuelo? ¿Por qué ya llevaban un rato facturando? Seguro que fuimos los primeros en llegar al aeropuerto, pero seríamos los últimos en facturar, sobre todo por la curiosa habilidad que tengo de ponerme siempre en la cola más lenta.
Cuatro horas de vuelo en el Boeing 737-700 de Iceland Express y llegamos a Keflavik.  Un aeropuerto recogido, coqueto pero suficiente para la ciudad. Durante la llegada pudimos observar algún que otro Hercules en plataforma, ya que el Aeropuerto Internacional de Keflavik ha sido base de la OTAN durante años, y continúa teniendo una parte de uso militar. Reykjavík, consta también con otro aeropuerto, en pleno centro de la ciudad, que se usa fundamentalmente para vuelos regionales o de recreo. 
Lo primero que notamos al salir a la calle es la bajada de temperatura. El frío no era exagerado, unos 11ºC, pero para estar a finales de julio la temperatura se me antojaba verdaderamente baja. El choque térmico es grande, teniendo en cuenta el calor que venía haciendo en España durante las últimas semanas. Seguro que al final hasta lo agradeceremos. Por lo pronto ya eché en falta el polar que se encuentra dentro de mi maleta.
Recogemos las llaves del coche de alquiler en las oficinas de Budget. Quizá el alquiler del coche es una de las cosas a las que hay que prestar más atención cuando preparas un viaje a Islandia. Sin lugar a dudas, va a ser lo más caro. No es recomendable alquilar un coche “normal”, nada recomendable. Lo suyo es un 4x4. Aunque sea el más barato, y a pesar de la devaluación de la corona islandesa, alquilar un Suzuki Jimni durante 17 días nos costó más de 2.800 €.


Desea el seguro a todo riesgo o el normal? - preguntó la responsable de la oficina de alquiler.


Me quedé pensativo. Generalmente siempre escojo el seguro normal, pero con las carreteras que preveía en Islandia quizá sería mejor el de todo riesgo.

- Qué incluye? Están cubiertos los accidentes fuera de pista?

- No -dijo-. El seguro a todo riesgo solamente amplía la cuantía de la cobertura.
- Pues no, no me interesa.

Lo que pude concluir al final del viaje es que no hay ningún seguro que te cubra los bajos del vehículo, que es lo que sueles romper -como veremos- más frecuentemente en los trayectos por las pistas.
Tras unos momentos de pérdida buscando el parking de los coches de alquiler, finalmente lo encontramos. Nos habían advertido que nuestro pequeño 4x4 había sufrido un “upgrade” por no disponibilidad del Suzuki, pero lo que no esperábamos es que se fuera   a convertir en un enorme Nissan Pathfinder automático. Los primeros momentos en el parking fueron críticos: colocación de las maletas en el gigantesco maletero, instalación y puesta en marcha del genial Garmin GPSMap 60 CSx y arrancar en el angosto aparcamiento del aeropuerto. Adaptarse al gran tamaño del tanque y al cambio de marchas automático fue menos traumático de lo que pensaba; tras unos kilómetros de adaptación, supe que el Nissan y nos llevaríamos bien.
Llegamos a Reykjavík, que dista unos 40 km del aeropuerto de Keflavik. La capital de Islandia no deja de ser un pueblo grande. El Centerhotel Skalbreid se encuentra muy céntrico, en plena calle Laugavegur, una de las más céntricas y bulliciosas (si eso es posible, teniendo en cuenta que hablamos de un total de algo más de 150.000 habitantes) de la capital. Confort aceptable aunque la habitación algo pequeña. El detalle negativo fue el tramo de escaleras que hay que subir para llegar al ascensor. La recepción se encuentra un piso más arriba. Dejamos las cosas y nos realizamos una primera toma de contacto por los alrededores. 
Eran las 7 de la tarde y la calle Laugavegur aún parecía algo animada. La recorrimos un par de veces y al final acabamos cenando (aún con el sol en lo alto) en un italiano de la misma calle. Muy correcto, con buena variedad de pasta y pizza, y no me pareció excesivamente caro si no pedías vino.  Había algún turista recién llegado como nosotros, aunque abundaba la gente local. Ya dicen que los islandeses son mucho de salir de casa, sobre todo durante los pocos meses que pueden hacerlo. 

Tras la cena nos acercamos al frente marítimo en busca del drakkar vikingo, el típico barco de Vicky en versión escultura moderna. Las horas previas a la medianoche se transforman en esta época en una eterna puesta de sol, y así pudimos fotografiar a la peculiar escultura, quizá ya una de las estampas más conocidas de Reykjavík. 

Después hicimos una primera aproximación al lago Tjörnin, viendo la gran cantidad de patos que albergan sus aguas, sobre todo pensando que estamos en pleno centro de la capital. Mañana tenemos previsto verlo más en profundidad, pero no pudimos resistirnos visitarlo con el cielo crepuscular casi permanente que presenta la ciudad a esas horas de la noche. Dando un paseo por las calles adyacentes finalmente regresamos al hotel a regañadientes; la ciudad nos pedía más, pero nuestro cuerpo no respondía. El habernos levantado a las 5 de la mañana y que en España sea una hora más comenzaron a pasar factura. Caímos finalmente en la cama a las 23.20 de la noche, hora a la que había la suficiente claridad como para  poder  seguir leyendo sin encender la luz.  Lo más sorprendente es que 4 horas después volvió a salir el sol.

2 comentarios:

  1. buenas, magnifico viaje! gracias por todos los detalles. Una duda, con que programa realizas la fotografia que has puesto arriba del todo, donde aparece la bola del mundo y un origen y destino, GRACIAS!!

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  2. Gracias! La foto del mapa es una captura de pantalla del programa de edición de vídeo de los Mac, el iMovie.
    Un saludo.

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